En 1831 Alexis de Tocqueville señaló que había visto que los “estadounidenses hacen muchos sacrificios reales por el bienestar público, y observado cientos de ejemplos en los que casi siempre están prestos a brindar ayuda leal a otros”.
En la actualidad, esta declaración es tan vigente como lo fue en el siglo XIX. De casi 65 millones de estadounidenses que prestaron servicios como voluntarios en 2012, casi 18 millones de ellos fueron adolescentes estudiantes de escuela secundaria. De hecho, más de una cuarta parte de los adolescentes entre los 16 y los 19 años de edad trabajaron como voluntarios en sus comunidades. Muchos jóvenes de esta edad consideran el servicio voluntario tan gratificante que reclutan a sus amigos para que se sumen a ellos.
Con ayuda de la organización sin fines de lucro Youth Venture, Katie Green (arriba a la derecha) ha abierto un capítulo en Nueva Hampshire para los voluntarios adolescentes llamado Servicio para la Paz.
Los adolescentes, al igual que otros estadounidenses, trabajaron como voluntarios principalmente con organizaciones religiosas. Con frecuencia prepararon, reunieron o sirvieron alimentos a personas desamparadas y otras personas en situación de necesidad. También ayudaron en la enseñanza y orientación de niños provenientes de los sectores menos favorecidos, además de prestar otros servicios sociales y comunitarios, como actividades de limpieza del medioambiente.
Los varones son más proclives a aprovechar oportunidades de voluntariado que implican trabajo físico, como entrenamientos deportivos para niños o actividades físicas de limpieza. Las niñas más a menudo distribuyen alimentos para las personas sin hogar y recaudan fondos para organizaciones de beneficencia. Independientemente de la actividad que escojan, los adolescentes descubren que ayudar a otras personas es una de las actividades más gratificantes y satisfactorias en la vida. Además, el voluntariado empodera a los adolescentes al mostrarles cómo pueden influir de manera positiva en el mundo.