El dominio regional de Irán oculta un grave descontento interno

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"Irán ha invertido más que sus limitados recursos en su aspiración de hacer fracasar el orden mundial liderado por Estados Unidos que quizá cualquier otro país del mundo, incluidos China y Rusia. Al hacerlo, ha descuidado el bienestar de su pueblo y se ha hecho más pobre y menos seguro", escribe Karim Sadjadpour, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, en el próximo número de marzo/abril de Foreign Affairs.

"Pocos países han mantenido unas aspiraciones más claras o consistentes durante las últimas cuatro décadas que la República Islámica de Irán", explica Sadjadpour. Desde su revolución de 1979, "Irán ha intentado expulsar a Estados Unidos de Oriente Medio, sustituir a Israel por Palestina y rehacer la región a su imagen". Siguiendo esta estrategia, Teherán ha logrado "establecer su preponderancia en Irak, Líbano, Siria y Yemen, los cuatro estados fallidos o en vías de fracaso que constituyen lo que los funcionarios iraníes llaman su "eje de resistencia"".

Pero mientras Teherán continúa exacerbando una serie de desafíos de seguridad nacional de Estados Unidos -incluyendo la proliferación nuclear, la ciberguerra, el terrorismo, la inseguridad energética y los conflictos regionales- "Irán muestra un vigor externo que oculta enfermedades internas en última instancia incurables."

"A pesar de todo el éxito de Irán en el cultivo de grupos militantes en todo Oriente Medio", escribe Sadjadpour, "hay signos tangibles de que se ha excedido. Las encuestas de opinión muestran que casi dos tercios de los jóvenes árabes de la región ven ahora a Irán como un adversario, una considerable mayoría de árabes de todas las edades quiere que Irán se retire de los conflictos regionales, y más de la mitad de los chiítas árabes tienen una opinión "desfavorable" de Irán". A esto se suma el creciente tumulto popular entre las masas descontentas del país, impulsado en parte por el continuo deterioro económico.

"Aunque poner fin a su guerra fría de cuatro décadas serviría a los intereses tanto de Irán como de Estados Unidos, Washington no podrá llegar a un acuerdo pacífico con un régimen iraní cuya identidad se basa en la oposición a Estados Unidos", argumenta Sadjadpour. "Por esta razón, Estados Unidos debe tratar con Irán como con cualquier adversario: comunicarse para evitar el conflicto, cooperar cuando sea posible, enfrentarse cuando sea necesario y controlarlo con la ayuda de sus aliados".

Sadjadpour sostiene que lograr un acuerdo nuclear no es una estrategia en sí misma, pero insta a Estados Unidos a buscar el consenso con sus aliados de la UE, como hizo para allanar el camino al acuerdo nuclear de 2015. Washington también debería coordinar con Pekín los objetivos comunes de buscar un Oriente Medio más estable, evitar que Irán consiga desarrollar la bomba nuclear y disminuir el conflicto con Irán. "Por último, Estados Unidos tendrá que ayudar a fortalecer a los países árabes en los que Irán tiene actualmente influencia y fomentar la unidad entre ellos".

"Washington no puede cambiar las aspiraciones iraníes de contrarrestar la influencia estadounidense y acabar con la existencia de Israel, pero puede -con la ayuda de otros países- contener a Teherán hasta que el país consiga un gobierno que busque hacer lo que es bueno para Irán en lugar de lo que es malo para sus enemigos ideológicos", concluye Sadjadpour. "En última instancia, la gran estrategia de la República Islámica será derrotada no por Estados Unidos o Israel, sino por el pueblo de Irán, que ha pagado el precio más alto por ella".

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