Limpio, que ya estaba en el castellano del Cantar de Mio Cid, proviene del latín limpidus, que se originó en lympha, que significaba ‘agua’, en especial, ‘clara y cristalina’. Hacia 1440 se empezó a usar esta palabra latina, españolizada como linfa, para designar el ‘humor que circula por los vasos linfáticos’. En latín, lympha había significado también ‘divinidad acuática’, tomada del griego nymphé ‘divinidad de las fuentes’, ‘mujer joven’ y ‘novia, recién casada’ y dio lugar al español ninfa. A esta misma familia de palabras pertenece el vocablo español paraninfo, que designa el lugar de una universidad donde se pronuncia el discurso de bienvenida a los nuevos estudiantes, pero que hasta el siglo XVIII era el nombre que se daba al profesor que pronunciaba ese discurso. En griego, paranynphos significaba ‘padrino de casamiento’, derivado del prefijo para- ‘al lado de’ y nymphé ‘novia’.
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