Este adjetivo, propio del lunfardo rioplatense, califica a la persona ‘cándida, tonta, elegida como víctima de una estafa’, según la definición de José Gobello, quien en su Diccionario del lunfardo cita un ejemplo tomado de Los beduinos, de Leopoldo Lugones (1874-1938): Tres punguistas se unen para achacar a un otario (robar a un tonto). Otario es usado comúnmente en el portugués de Brasil, adonde llegó a lomos del tango de Andrés Caruso Se acabaron los otarios, dado a conocer en 1926: Se acabaron los otarios que en otros tiempos había; los muchachos de hoy en día no son giles, al contrario. Se acabaron los otarios... Proviene del nombre de la Otaria byronia, el león marino sudamericano, una foca extremadamente lenta, considerada muy poco inteligente en comparación con otras especies.
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