Los griegos usaban el adverbio laks con el significado de ‘con el talón’, ‘con el calcañar’, palabra que los latinos convirtieron en calx, calcis (hicieron una metátesis, figura de dicción que consiste en alterar o transponer el orden de los sonidos de una palabra) y la usaron para designar el talón. Y como el talón era calx, los romanos llamaron calceus a lo que usaban para proteger el pie: el zapato o el calzado en general, y calcearium, al dinero que se daba a los soldados para costear su calzado. A partir de calcearium, se formó el verbo italiano calzare, de donde se derivó el español calzar hacia el siglo XII, y del cual proviene, a su vez, el francés chausser, con el mismo significado. Entró este cativo de sus fierros cargado, con pobre almesia, e con pobre calzado, con sus crines trezadas, de barba bien vellado, fo caer al sepulcro del confessor onrrado (Gonzalo de Berceo, siglo XIII).
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