El artista francés Louis Jacques Mandé Daguerre (1789-1851) se había especializado en pintar cortinas que servían como fondo de escenarios teatrales. Puesto que poseía una gran creatividad, Daguerre buscó innovaciones llamativas para que sus escenarios fueran más impactantes, y así inventó el diorama: una cortina transparente en cada uno de cuyos lados pintaba una escena distinta y, mediante efectos de iluminación, lograba que los espectadores vieran imágenes diferentes.
El efecto que la luz ejercía sobre las sales de plata, tornándolas más oscuras, ya era conocido. Niepce, que trabajaba con Daguerre, había realizado algunos modelos, pero sin utilidad práctica. Daguerre usó placas de cobre recubiertas de sales de plata, que se oscurecían por incidencia de la luz en las zonas de mayor luminosidad. Después mojaba la superficie con tiosulfato de sodio, y los granos de sal que no habían sido ennegrecidos eran eliminados, con lo que se formaba una figura permanente. Pero el proceso era prolongado y engorroso; harían falta otros hallazgos antes de que la fotografía empezara a abrirse camino.
El nombre daguerrotipo se aplica tanto al nombre de las imágenes de aquella época, que siguen siendo admiradas actualmente, como a las cámaras que se usaban para tomarlas.
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