Hasta que Julio César introdujo el calendario que luego se llamó juliano, los romanos tenían un método algo incómodo de contar los días: lo hacían hacia atrás a partir de tres fechas: las calendae o primer día del mes; los idus, que caían entre el 13 y el 15, y las nonas, el noveno día antes de los idus. Así, el 30 de enero (en aquella época ese mes tenía solo 30 días) era llamado primum dies ante calendas februarium ‘primer día antes de las calendas de febrero’, el 29 de enero era el secundum dies ante calendas februarium, y así sucesivamente.
En su origen calendae era la ceremonia en que el sumo pontífice convocaba al pueblo en el Capitolio para dar a conocer las fiestas y los sacrificios que se tendrían lugar en el mes. El término calendae, encierra, pues, la idea de ‘convocar’, del latín calāre, procedente del griego καλέω (kaleo), y este, a su vez, del indoeuropeo keld- ‘gritar’. Esta raíz prehistórica dio lugar a clamar, que en nuestra lengua actual es llamar.
Tal vez porque los días antes de las calendas ocupaban la mayor parte del mes, este sistema de cómputo de los días acabó por llamarse calendario sistema de representación del paso de los días, agrupados en unidades superiores como semanas, meses, años,etc. O también la lista de fechas en que se producen las fases de la luna (calendario lunar).
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