Es el nombre del servicio público que tiene por objeto el transporte de la correspondencia oficial y privada, y también designa a la persona que tiene por oficio llevar correspondencia de un lugar a otro, con la particularidad de que en España, la administración postal suele usar su nombre en plural, como vemos en la imagen. Por extensión, es también el vehículo que lleva la correspondencia.
Palabra común a varias lenguas romances, su origen es dudoso, aunque se supone que proviene del provenzal antiguo corrieu, compuesta de corir ‘correr’ y lieu ‘lugar’. Este término también denotaba a la persona que iba de un lugar a otro con cartas y mensajes. Sin embargo, algunos han llamado la atención acerca de la importancia que puede haber tenido en su formación el vocablo del castellano antiguo correo, que en los tiempos del Cid Campeador significaba ‘bolsa para llevar dinero. Esta hipótesis deja sin explicar cómo habría llegado esa palabra española, en aquellos tiempos de comunicaciones difíciles y de viajes escasos e interminables, al italiano corriere y al francés courrier, al catalán correu y al provenzal corrieu.
Es más clara la etimología del adjetivo postal, proveniente del latín positus, el nombre de los puestos de correo situados a lo largo de los caminos, destinados para el descanso de los caballos de los mensajeros.
En castellano se hizo muy corriente el sintagma correo electrónico como traducción del inglés e-mail (electronic mail). Con esta novedad, que ya cuenta entre los hispanohablantes con un cuarto de siglo de vida, se incorpora una nueva acepción: el correo el medio usado para enviar una carta o paquete, le presta su nombre a la cosa enviada (te mandé un correo), una novedad semántica introducida por la internet.
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