Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad se inauguraron oficialmente en el solsticio de verano de 776 antes de nuestra era, pero ya se realizaban muchos años antes. Según una antigua leyenda helénica, los Juegos habían sido creados por Hércules después de limpiar los establos del rey Augías, a quien mató luego porque éste no había quedado satisfecho con el trabajo. Algunos indicios históricos señalan que los Juegos habían empezado unos quince siglos antes de Cristo y que debieron suspenderse en varias oportunidades por diferentes motivos. Se celebraban cada cuatro años en Olimpia, donde estaba el principal santuario de Zeus, con la participación de atletas de toda Grecia. Inicialmente, se trataba de una competición de atletismo y lucha que duraba un solo día, pero en 472 a. de C. y en 350 a. de C. se crearon nuevas reglas, que dieron a los Juegos la forma con que pasaron a la historia. Los Juegos Olímpicos alcanzaron su apogeo hacia el siglo V antes de nuestra era, llamado el ‘siglo de oro’ de Atenas, pero siguieron desarrollándose durante varias centurias hasta que en 394 de nuestra era, el emperador de Constantinopla Teodosio el Grande los suspendió por considerarlos una celebración pagana. Los Juegos Olímpicos de la era moderna se iniciaron en 1896, merced a una iniciativa llevada adelante por el barón de Coubertin, a cuyo impulso se había creado dos años antes el Comité Olímpico Internacional. Para los griegos, que a partir de 776 a. de C. se acostumbraron a medir el tiempo por los Juegos Olímpicos, la palabra olimpíada (o también olimpiada), que tomó su nombre del monte Olimpo, designaba el período de cuatro años transcurridos entre dos ediciones de los Juegos, pero en la actualidad olimpíada y Juegos Olímpicos se suelen usar como sinónimos.
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