En tiempos de Horacio, una taberna, palabra de origen etrusco, era en latín una cabaña construida con tablas, pero más tarde, fue también un comercio, una tienda. En Cicerón, taberna aparecía con el sentido de ‘palco del Coliseo’, mientras que para el poeta Sexto Propercio, anterior en algunas décadas, designaba un prostíbulo. En castellano, la palabra está registrada desde comienzos del siglo XIII, en los poemas piadosos de Berceo. En Don Quijote, cuatro siglos más tarde, aunque aparece una única vez, ya tenía el sentido de mesón, posada o almacén de venta al público: --Lo mejor es que no corran --respondió otro--, porque el flaco no se muela con el peso, ni el gordo se descarne; y échese la mitad de la apuesta en vino, y llevemos estos señores a la taberna de lo caro, y sobre mí la capa cuando llueva. Sin embargo, el significado original de taberna como ‘choza’ dejó su rastro en español en contubernio, que inicialmente significó ‘convivencia en una misma choza’. En su primera edición, en 1729, el Diccionario de la Academia define contubernio como “convivencia con otro o con otra persona amistosamente”, pero enseguida precisa que “se toma regularmente por cohabitación ilícita o amancebamiento”. Hoy esta palabra se usa más en política, con el sentido de ‘alianza indebida o vituperable’.
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