Las acepciones que rezan en el Diccionario son: “fuerza que sobre todos los cuerpos la Tierra ejerce hacia su centro, atracción universal de los cuerpos en razón de su masa, y --fuera del ámbito de la Física-- compostura y circunspección, y grandeza e importancia”. Cuando la anecdótica manzana cayó al lado del joven Isaac Newton y lo llevó a formular la ley de la gravitación universal, se alteró radicalmente la concepción humana del universo y adquirió nueva importancia la palabra gravedad, cuyo origen se remonta a tiempos prehistóricos. Gravedad proviene del latín gravitas, formado a partir del adjetivo gravis ‘pesado’, ‘importante’. Ambos vocablos nos retrotraen a la raíz gru- del antiguo tronco prehistórico indoeuropeo, de donde se deriva también la voz griega barus ‘pesado’, que entre otros vocablos dio origen a barítono* ‘de voz grave’. En sánscrito --la milenaria lengua sagrada de los brahmanes-- se formó la palabra gurú ‘grave’, ‘solemne’ (v. gurú*), también a partir de la raíz indoeuropea gru-, para designar a los respetados maestros espirituales y jefes religiosos del hinduismo. Casi todas las lenguas europeas modernas cuentan con vocablos semejantes a la voz española gravidez, procedente del mismo tronco lingüístico, para designar el ‘embarazo de la mujer’.
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