Que los huevos los ponen las aves es algo que cualquier niño sabe. Y cuando crece un poco, comprende que las demás aves también los ponen, y en la adolescencia se entera de que los huevos de las aves son el equivalente de los óvulos de las hembras de los mamíferos.
Sin embargo, cualquier adulto medianamente letrado se espanta ante la palabra uebos, que salta a la vista con su estrafalario aspecto de falta ortográfica imperdonable. No obstante, el diccionario académico nos informa que uebos es un sustantivo arcaico que significa ‘necesario’.
El que sigue es uno de los cinco solitarios ejemplos que aparecen del uso de esta de palabra, el más reciente de los cuales data del año 1297:
Quantos nunqa venién, de qualquier malatía,
estos eran cutiano e muchos cada día,
untávanlos con ello, e avién mejoría,
nunqa lis era uebos buscar otra mengía.
(Cuántos venían en cualquier momento, por cualquier enfermedad,
estos eran cotidianos y muchos cada día
untábanlos con ello y experimentaban mejoría
nunca les era necesario buscar otro remedio).
El diccionario pone como ejemplos uebos me es necesario, uebos nos es ‘nos es necesario’ y uebos auemos ‘tenemos necesidad’, lo que indica que tanto puede ser sustantivo —como quiere el diccionario— como adjetivo. Lo difícil es entender para qué la Academia guarda palabras que no se usan desde hace más de siete siglos y por qué es tan lerda para incluir acepciones de uso cotidiano.
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