Cuenta el Evangelio que, en sus últimos días, Jesús se dirigió al apóstol Pedro, originariamente llamado Simón, para decirle: "Tu est Petrus et super hanc petram edificabo eclesian meam" (Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia [Mateo 16, 18]).
Petra era un helenismo que penetró en el latín hablado, pero fue evitado por los clásicos. Sin embargo, difícilmente habría sido usado por Jesús, que hablaba arameo (en esta lengua, el término para piedra es kefa); parece más probable que aquella cita haya nacido en las traducciones de la Biblia al latín. Ni el término griego petros ni el arameo kefa habían sido usados antes como nombres de persona. La palabra aparece por primera vez en nuestra lengua en el siglo XI como pietra, aunque en 1074 ya hay registros de la forma actual piedra.
Del agua fezist vino e de la piedra pan (Cantar de Mío Cid).
La voz griega se perpetuó en las lenguas romances, entre las que mencionamos el portugués pedra, el francés pierre y el italiano pietra.
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