En la civilización egea, que se desarrolló antes de la llegada de los helenos, era común la construcción de enmarañados laberintos en cuyos innumerables corredores, cámaras y vericuetos solían perderse los visitantes. Los latinos llamaron a estas construcciones labyrinthus, del griego labyrinthos, una palabra que, según el lingüista francés Antoine Meillet, especializado en lenguas indoeuropeas, tiene probable origen cario. Los carios habitaban la región del mar Egeo y fueron desplazados por los helenos unos nueve siglos antes de nuestra era. Sin duda, el más famoso de aquellos laberintos era el de Creta, que, según la mitología griega, fue construido por Dédalo para encerrar al mítico Minotauro, un animal sanguinario con cuerpo humano y cabeza de toro.
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