Los romanos aplicaban el adjetivo geminus, geminum a ‘algo doble, duplicado, en número de dos’. Así, el dios Jano bifronte, que tenía dos caras, era conocido como Geminus Janus.
A partir de este adjetivo, se formó el sustantivo gemini, geminorum que aludía a dos hermanos gemelos, a dos fetos de un mismo vientre, y también a los testículos.
En el latín vulgar peninsular, se adoptó gemellus, que en español evolucionó a gemelo, para designar a dos hermanos nacidos del mismo parto. Si además del mismo parto, fueran nacidos del mismo óvulo, se les llama “gemelos idénticos”.
Luego surgieron otros significados basados en el primitivo, como el pequeño pasador para cerrar el puño de una camisa o el doble anteojo que sirve para mirar a distancia.
De gemellus también se formó al mismo tiempo gemellicius en latín vulgar, que en español evolucionó a emellizo y, más tarde, a mellizo (v. mellizo).
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