Esta palabra significa ‘que destila miel’, pues proviene del latín mellifluus, formada por mel ‘miel’, del griego meli, y fluus, del verbo fluere ‘fluir’, ‘manar’. Llegó a nuestra lengua por vía culta hacia mediados del siglo XV y hoy se usa en sentido peyorativo, aludiendo a aquel que pronuncia bellas y dulces palabras para seducir a otras personas, a fin de obtener beneficios.
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