Pan era el dios de los pastores y de los rebaños, oriundo de Arcadia, pero cuyo culto se generalizó en todo el mundo helénico. Tenía el rostro barbudo, con cuernos y una expresión animalesca, además de miembros inferiores como los del macho cabrío. Aunque se le atribuyeron diversos orígenes, era hijo de Hermes y de una hija de Dríope, según la leyenda más conocida. Cuando nació, su madre se horrorizó del hijo monstruoso que había traído al mundo, pero su padre lo envolvió en una piel de liebre y lo llevó al Olimpo, donde lo puso al lado de Zeus y lo mostró a los demás dioses, quienes de inmediato simpatizaron con él. Pan amó a la ninfa Eco y a la diosa Selene. Como divinidad silvestre, se le atribuían los ruidos de causa ignorada en campos y bosques, que con frecuencia amedrentaban a campesinos y pastores. Por esa razón, surgió en griego la expresión deima panikón ‘miedo causado por Pan’, que se abrevió en la palabra griega panikós y que, tras pasar por el latín panicus, formó el castellano pánico, con significado similar: ‘miedo intenso por algo de origen desconocido’.
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