Homero nos cuenta que un guerrero temible como Patroclo, vestido con la armadura de Aquiles y empuñando su espada, parecía invencible. Sin embargo, en la lucha de Patroclo contra Héctor, los dioses inclinaron su balanza a favor de este último: Apolo lo golpeó, y Héctor le dio muerte. Mucho más de un milenio más tarde, en el siglo XVI, al echar los cimientos de un palacio en Roma, se descubrió cerca de la Piazza Navona un antiguo grupo escultórico que representaba a Menelao llevándose el cuerpo de Patroclo. En esa época se puso de moda en la ciudad pegar libelos en el pedestal de aquella estatua, generalmente contra los papas y los cardenales. La escultura estaba situada enfrente del taller de un sastre de nombre Pasquino, que era conocido por sus críticas en extremo mordaces contra las autoridades más encumbradas. Es probable que el sastre Pasquino haya sido el iniciador de la costumbre al pegar allí sus escritos, que desde entonces tomaron su nombre. Con el desarrollo de la prensa en la época contemporánea, la palabra italiana pasquinata, tomada del nombre de Pasquino, y que llegó al español como pasquín, pasó a designar a los diarios sensacionalistas y, por lo general, calumniosos.
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