Hoy llamamos recalcitrante a aquel que es terco, obstinado o que reincide en alguna conducta negativa o inconveniente, pero antiguamente se aplicó ese adjetivo a las bestias que coceaban. En efecto, del latín calx, calcis ‘talón’ (v. calzado*) se formó calcitrare ‘patear’ y, mediante aposición del prefijo re-, recalcitrare ‘patear hacia atrás’, ‘cocear’. En la primera mitad del siglo XVIII, recalcitrar significaba “retroceder, volver los pies hacia atrás”, como vemos en la primera edición del diccionario de la Academia (Diccionario de Autoridades), y sólo en 1780 se agrega la acepción “resistir, no obedecer a quien se debe”.
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