En la mitología griega, la quimera era un animal fabuloso, mezcla de cabra y de león, hija de Tifón y Equidna. A veces se la describe con dos cabezas, una de cabra y otra de león. Como depredaba las tierras de Amisodores, rey de Caria, se le ordenó a Belerofonte que la matase, tarea que este cumplió con ayuda del caballo alado Pegaso. Hay varias descripciones de su muerte: algunas dicen simplemente que Belerofonte la atravesó con su lanza, mientras que otras sostienen que la mató cubriendo la punta de la lanza con plomo que se fundió al ser expuesto a la ardiente respiración de Quimera.
El Diccionario de la Real Academia define este vocablo como "aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo". La palabra aparece registrada en nuestra lengua por primera vez en 1343 como cimera, tomada del latín chimaera 'quimera', 'animal fabuloso' y este, del griego khimaira, con el mismo significado. La forma actual, quimera, está documentada desde 1438 y Corominas la marca como cultismo.
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