Apócrifo se usa hoy con el significado de 'fabuloso' o 'falso'. En una época lejana, en cambio, denotó 'oculto'. Se formó a partir del latín apocryphus y este, del griego apokryphos, derivado del verbo kryptein 'ocultar'.
Numerosos relatos acerca de la vida de Cristo y de sus apóstoles, que jamás fueron acogidos oficialmente por la Iglesia en el Evangelio, no son menos auténticos que las narraciones de los cuatro evangelistas, por lo que tuvieron que permanecer ocultos durante muchos siglos y hasta hoy son conocidos apenas por los estudiosos de temas bíblicos, y se los denomina 'evangelios apócrifos'.
En 1614, nueve años después de la publicación de Don Quijote de la Mancha, cuando apareció una nueva versión firmada por un ignoto Alonso Fernández de Avellaneda, probablemente un seudónimo, la obra fue designada El Quijote apócrifo, esta vez con el sentido de falso y no de oculto.
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