Es la marca registrada por el laboratorio alemán Bayer para los comprimidos de ácido acetilsalicílico. La acción analgésica de los salicilatos ya era bien conocida a fines del siglo XIX, aunque en esa época ninguno de ellos era tan eficiente como una sustancia de la misma familia química que se extraía de las flores de la Spirea ulmaria: el ácido salicílico. Sin embargo, este producto tenía un sabor muy desagradable y efectos secundarios indeseados, lo que impidió durante mucho tiempo su utilización en gran escala. Hasta que, a fines del siglo pasado, el químico Felix Hoffmann, de la empresa alemana Bayer, logró sintetizarlo al ensayar una reacción del ácido salicílico con anhidrido acético, y así obtuvo el ácido acetilsalicílico. El nuevo producto, que no presentaba los inconvenientes del ácido salicílico, se difundió rápidamente en el mundo entero bajo la marca Aspirina, formada por la a de acetil, más spir, de la Spirea ulmaria, más el sufijo -ina, común a los nombres de numerosos productos químicos y farmacéuticos. Ya hace muchos años que caducaron los derechos de Bayer sobre el ácido acetilsalicílico, y son varios los laboratorios que lo producen. Aunque Bayer sigue siendo dueña de la marca Aspirina, la palabra se usa en el lenguaje cotidiano para designar al ácido acetilsalicílico fabricado por cualquier laboratorio. Se descubrieron otras propiedades de la aspirina en los últimos años, como la de impedir la formación de coágulos, y hoy algunos investigadores creen que puede actuar, incluso, en la prevención de ciertos tipos de cáncer.
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