Mientras la civilización judeocristiana optó por la monogamia, los musulmanes se inclinaron por la poligamia, con derecho a tener tantas mujeres como un hombre pudiera sustentar (v. harén*). Los señores poderosos de las sociedades islámicas llegaron a poseer harenes con centenares de esposas para satisfacer su apetito sexual y sus caprichos. ¿Cómo se aseguraban de la fidelidad de todas aquellas mujeres? Se valían de esclavos castrados, llamados eunucos, que se encargaban de vigilar los harenes. La palabra está formada por dos voces griegas: euné ‘cama’ y ekhein ‘cuidar’, ‘vigilar’.
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