Esta palabra, registrada lexicográficamente por primera vez en nuestra lengua en el Diccionario castellano de Esteban de Terreros, en el siglo XVIII, se refiere a 'templos de ciertas religiones orientales' y a 'cada una de las deidades que en ellos son adoradas'.
No obstante, la palabra había sido usada en nuestra lengua por lo menos desde el siglo XVI, como en este fragmento de Fray Juan González de Mendoza, en un relato sobre ritos y costumbres de la China:
En este Pico, que es como un Monasterio, a quien los naturales llaman [Anterior]pagoda[Siguiente], tuvieron un tiempo un diente de mona a quien adoraban por dios, viniendo a ello de 200 y 300 leguas.
Llegó a nosotros proveniente del portugués pagode, que significaba 'ídolo oriental', tomada del dravídico bhagodi, uno de los nombres de la diosa hindú Kali, esposa de Siva.
Sin embargo, se admite que bhagodi era una adaptación al dravídico de la palabra persa butkada, compuesta por but 'ídolo, imagen sagrada' y kada 'morada, templo'.
En el portugués actual de Brasil, el significado de pagode ha cambiado para designar 'cierto ritmo popular bailable' y también las 'reuniones donde se baila al compás de ese ritmo'.
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