El verbo latino legere significó originalmente ‘recoger, cosechar, robar’, pero con el correr del tiempo fue adquiriendo el sentido metafórico de ‘cosechar con los ojos’, es decir, leer. En el latín medieval, se usó el gerundio de este verbo, legenda, con el significado de "algo para ser leído" y en esa época se aplicaba, sobre todo, a los libros sobre vidas de santos.
Como durante la Edad Media las biografías de los santos fueron una mezcla de hechos más o menos comprobados y de fantasías inverificables, legenda fue adquiriendo el sentido que le atribuye hoy la Academia de “relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”.
Sin embargo, no olvidemos que las vidas de los santos suelen ser consideradas maravillosas y ejemplares, de modo que esa característica se adscribió al significado de la palabra. Esto ocurrió en forma más acentuada en las últimas décadas, cuando la prensa adoptó el hábito de imponer el adjetivo legendario a personajes que se destacaron en alguna actividad en el pasado no necesariamente remoto, por ejemplo, a figuras contemporáneas como Messi y Uma Thurman o a personas famosas desaparecidas hace décadas, como Joe Louis, María Félix o el Che Guevara.
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