El nombre del sedán, un automóvil de turismo no convertible, de dos o cuatro puertas y cuatro ventanillas, no guarda la menor relación con la ciudad francesa de Sedan, sino que es una palabra de origen inglés, nacida junto con el desarrollo de la industria automovilística. El etimólogo británico Ernest Weekley afirmaba en su diccionario publicado en 1952, que había sido acuñada en ese país, tomándola del latín sedere ‘sentarse’, pero su contemporáneo Eric Partrigde precisó en 1966 que, en realidad, la palabra había sido tomada del latín sedem, acusativo de sedes ‘asiento’, y que éste sí provenía de sedere.
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