Para los chinos, el jade era esperma seco del dragón, pero hoy sabemos que este nombre se aplica por lo menos a dos minerales: la jadeíta y la nefrita, que deben contener algunos agregados en forma de gránulos de fibras muy finas y entrelazadas para ser considerados jade. En ambos casos, es un mineral de color verde, claro a veces o muy oscuro en otras ocasiones.
En Guatemala se encuentra uno de los yacimientos de jade más ricos del mundo, fuente de los colores más novedosos, como el jade arcoíris, el jade negro y el jade oro galáctico, negro con incrustaciones naturales de oro, plata y platino.
Con frecuencia se lo confunde con el azabache, que es, en realidad, una variedad de lignito negro brillante, fósil de una familia de árboles del período jurásico extinguidos hace unos sesenta millones de años junto con los dinosaurios.
De esta confusión proviene el nombre jade, formado a partir de la palabra latina gagates y de la griega gagatês, que se empleaba para designar, en realidad, al azabache, cuyo nombre en español se formó a partir del árabe hispánico zabag, del mismo significado en esa lengua.
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