Proviene del latín eroticus y éste, del griego erotikós, que se refería al amor sensual y a la poesía amatoria. La palabra griega se deriva del nombre de Eros, el dios del amor --Cupido para los romanos--, que con sus flechas unía corazones. La Academia admite hoy también el significado adicional de “atracción muy intensa, semejante a la sexual, que se siente hacia el dinero, el poder o la fama”.
|