Existen varias hipótesis sobre el origen de este término, usado para designar ciertas manifestaciones socioculturales asociadas generalmente al pueblo gitano, con especial arraigo en Andalucía, tales como el cante y el aire flamencos, ante lo cual optamos por las conclusiones de Joan Corominas, seguidas por la Academia Española desde 1925.
Como es sabido, en la Europa noroccidental existe la región de Flandes, del neerlandés Vlaanderen, nombre que llegó a nosotros a través del francés Flandre. Esta región fue antiguamente un principado que abarcó Bélgica, parte de los Países Bajos y un pequeño territorio en Francia, cerca del paso de Calais cuyos habitantes, que viven hoy en esos tres países y que en español llamamos flamencos, conservan características étnicas y linguísticas comunes.
Parece un reto difícil el de identificar la relación que pudiera haber entre estos pueblos de tez sonrosada y cabellos claros con los gitanos del sur de España, que tienen piel morena, cabellos negros y una cultura que no parece estar vinculada a la de Flandes.
Corominas reveló el misterio al descubrir que ese nombre se aplicó inicialmente en España a las personas de cutis sonrosado y más tarde pasó a denotar 'gallardo' y 'de buena presencia' hasta que en algún momento se aplicó, por su elegancia, a los bailaores del ritmo andaluz del cante jondo, un compás agitanado, pero también árabe, judío y con elementos del Africa negra. En efecto, este arte vio la luz en Andalucía, en el seno de una comunidad marginal y hostigada en la que convivían árabes, judíos, cristianos pobres, que durante el siglo XVI conocieron los ritmos de los esclavos africanos, quienes eran llevados hacia las plantaciones de América por traficantes cuyos buques anclaban antes en el puerto de Cádiz.
En este libro se descartan otras hipótesis, como los del escritor británico del siglo XIX George Borrow, quien afirmó en una obra sobre los gitanos españoles que eran de procedencia germana, lo que explicaría que se los llamara flamencos. Otros, aludieron a un supuesto origen árabe de la palabra, algo que nunca fue demostrado.
Debido al tono sonrosado de la piel de los habitantes de Flandes, en francés se dio en el siglo XIII, al ave palmípeda Phoenicopterus roseus el nombre de flamenque, que llegó al castellano como otra acepción de flamenco, sin relación alguna con el cante jondo. Esta palabra llegó al castellano en la primera mitad del siglo XIV, en textos de Juan Manuel, quien usó tanto la forma flamenqo como flamengo, y hacia fines del mismo siglo Jaime el Conquistador, conocido por su tez encarnada, era descrito como 'de cara vermella y flamenca'.
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