Voz hallada a partir de fines del siglo XIII, deriva del latín vulgar bilancia, que proviene, a su vez, de latín tardío bilanx. Este último vocablo estaba formado por bi- ‘dos’ y lanx ‘platillo’. En español se escribió balança hasta el siglo XVI. Balance --palabra que designa la demostración, en forma resumida, del estado patrimonial, financiero y económico de una empresa-- puede haber seguido un camino algo más tortuoso a partir del latín bilancio hasta su forma actual, alcanzada en el siglo XV. Corominas afirma que balance debe haber pasado antes por el catalán balanç. En todo caso, cabe observar que el surgimiento del segundo término coincide con un momento clave del ascenso de la burguesía, desde el auge del comercio en el Mediterráneo, particularmente en el Adriático y en el Tirreno, dos siglos antes del Descubrimiento, hasta las complejas anotaciones contables que se tornaron imprescindibles para los comerciantes en el siglo XVI. Corresponde recordar que fueron, precisamente, los mercaderes venecianos quienes inventaron el sistema de contabilidad por partida doble, que todavía hoy, en este inicio de milenio, alimenta los bancos de datos de poderosas computadoras y rige transacciones tan sofisticadas como las del imprevisible mercado de derivativos.
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