Cuando compramos una prenda de ropa o un corte de tela, difícilmente se nos ocurre pensar cómo fue confeccionado, cómo se llegó desde la lana de la oveja o desde el algodón en rama hasta la prenda lista para vestir, un proceso que la mayoría de las personas desconoce.
Sin embargo, antiguamente, los tejidos se hacían en casa o en talleres de artesanos, y el proceso de fabricación era conocido y seguido más de cerca por toda la gente, lo que explica las numerosas metáforas de origen textil que dieron origen a muchas palabras de nuestra lengua.
Una de ellas es pretexto, registrada en español a partir del siglo XVII con su significado actual, derivada del latín praetextus, que era el participio pasivo del verbo praetexere poner un bordado o tejido delante de una pieza de ropa. De praetextus surgió también praetexta, nombre de una toga adornada con una franja de color púrpura.
De ahí fue derivando hacia el significado actual de pretexto, que no es otra cosa que un adorno que, como un bordado, se pone delante de los hechos para tornarlos más aceptables.
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