El verbo comer expresa una actividad esencial para la supervivencia todos los hombres y animales (aunque no todos tengan acceso a comida suficiente). Es, por eso, tan antiguo como uno pueda imaginarse, aunque, lamentablemente, solo podamos conocer algunos datos sobre las lenguas prehistóricas de los indoeuropeos, habladas hasta hace unos 4.000 años. Jamás podremos siquiera soñar con conocer cómo hablaba el homo sapiens en las decenas de miles de años que precedieron a estos pueblos nómadas.
Los indoeuropeos contaban con la raíz ed- que era usada en las palabras que se vinculaban con los actos de ‘comer’ o de ‘morder’, que fue variando en diferentes lenguas posteriores, como el lituano édu, el letó êdu, el hitita et y el neerlandés eten ‘devorar’, entre muchas otras.
Los romanos heredaron de los etruscos la raíz ed¬-, le antepusieron el prefijo com-, una de las variantes de cum ‘con’, le agregaron la flexión de infinitivo -ere, para expresar la acción, y formaron así el verbo comedere ‘comer’.
Los hispanohablantes simplemente eliminamos la partícula etimológicamente más significativa, ed, y nos quedamos solo con el prefijo com-y el sufijo -er: comer.
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