Que se jacta y hace alarde de lo que no es, especialmente de valiente y temible o, también de eximio conocedor un asunto. Por extensión, en España se dice también de una cosa que aparenta ser muy buena, pero es de baja calidad, como el “trigo fanfarrón”, que era llevado a ese país desde Berberia, y que daba mucho salvado, pero poca harina, aunque buena.
Almudena Grandes describe un sujeto fanfarrón en su novela Los años difíciles (Tusquets, 2002):
Nicanor, con su propio uniforme, su propia pistola, había llegado a ser igual de fanfarrón, igual de chulo que Damián, pero nunca ingenioso, ni simpático, ni seductor,
De fanfarrón se derivó el verbo fanfarronear, ‘hablar con arrogancia, jactándose de cosas que, en realidad, están fuera de las posibilidades de quien habla’, así como el sustantivo fanfarronería.
¿De dónde nos viene esta palabra? Corominas (1980) nos dice que es “una voz de creación expresiva”, que vincula, no obstante, con el árabe farfâr, ‘liviano’, ‘inconstante’, ‘parlanchín’, y con el italiano farfanicchio ‘hombre vano, frívolo y presumido’. También lo relaciona con un verbo medieval panfear ‘charlar’, ‘fanfarronear’, usado por Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera (1438): synón luego son las amenzas en tabla, e juras, e rrenegar e panfear con sobervia e jactançia.
Sin embargo, fanfarrón y fanfarronería aparecían ya en el siglo XVI , como en este fragmento de Gaspar Gómez de Toledo:
Por mi vida que no aguarde yo más palacio para llamar, que bástame lo que de aquel couarde he sabido, y que todas sus fanfarronerías no bastaron para yr solo contra vna desuenturada vieja.
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