En su Historia de la lengua española, el académico Rafael Lapesa (1908-2001) observó que la influencia de los visigodos en las lenguas hispánicas fue relativamente escasa, pues estos invasores germánicos fueron asimilados por la cultura latina en un corto periodo y abandonaron su lengua en poco tiempo. Sin embargo, son muchas las palabras con que estos pueblos estamparon su impronta en nuestra lengua, sustantivos y nombres propios, principalmente. Así, Fridenandus, Rodericus, Gundisalvus y Gelovira no demoraron en españolizarse como Fernando, Rodrigo, Gonzalo y Elvira. Cabe recordar que el hábito favorito de estos pueblos guerreros era el pillaje a los vencidos, quienes se veían, por lo general, despojados de todos sus bienes. El acto de robar con violencia se expresaba en la lengua de los visigodos con el verbo raubon, que en el alemán moderno cambió a rauben y en castellano se convirtió en robar, tras pasar por el latín vulgar raubare. ¿Y qué robaban los visigodos? Pues todo lo que podían, obviamente, pero para la mayoría de los habitantes de la Europa medieval ese todo se resumía en algunas ropas y unos pocos enseres domésticos, que eran convertidos en botín o, en germánico, raupa, palabra que en español se convirtió en ropa.
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