Esta palabra, que da nombre a un género literario, fue inventada por el poeta simbolista cubano Mariano Brull (1891-1956), en este poema titulado Leyenda:
Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveolea jitanjáfora
liris salumba salífera.
Olivea oleo olorife
alalai cánfora Sandra
milingítara girófora
ula ulalundre calandra.
Como vemos, se trata de un texto carente de sentido, cuyo autor emplea frases u oraciones, todas o algunas de ellas inventadas, que suenen en forma agradable. Posteriormente el poeta, narrador y ensayista mexicano Alfonso Reyes (1889-1959), definió la jitanjáfora como “creaciones que no se dirigen a la razón, sino más bien a la sensación y a la fantasía, en las que las palabras no buscan un fin útil sino que juegan solas”.
Este género fue cultivado también por autores tan ilustres como Miguel Ángel Asturias, Mario Benedetti y Gonzalo Torrente Ballester, entre muchos otros.
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