Robo con violencia; se la considera uno de los delitos más graves contra la propiedad, puesto que, al ser practicada con violencia, amenaza no solo los bienes sino tambien la integridad física y eventualmente la propia vida de sus víctimas.
Sin embargo, la rapiña no siempre fue mal vista por el Estado; desde los pueblos más primitivos hasta las sociedades actuales, en la guerra, son actos considerados legítimos, aunque dentro de ciertos límites desde la Convención de Ginebra de 1949.
En los tiempos de la República Romana se estableció como delito especial con pena del cuádruple de la de hurto y la condena incluía la compensación monetaria e implicaba la infamia, que descalificaba de por vida al delincuente para ciertos derechos, tanto públicos como privados.
La palabra proviene del latín rapĕre ‘arrebatar, raptar’. En los primeros tiempos de nuestra lengua se usó rapina, y así aparece en Berceo (s. XIII), rimando con mezquina, vezina y farina. En Corbacho (1438) aparece por primera vez la forma con ñ, aunque la forma etimológica con n sobrevivió en ciertos autores hasta el siglo XVII.
Las aves de presa, son llamadas también “de rapiña”, por la violencia que ejercen contra sus víctimas.
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