El tabaco, reconocido hoy como una droga que provoca adicción y causa diversas enfermedades mortales, ya era usado por los indígenas americanos. Introducido en el Viejo Continente por los conquistadores españoles, gozó de gran prestigio: Francisco Hernández de Toledo llevó la semilla del tabaco a España en 1510; el escritor y diplomático francés Jean Nicot (en cuyo apellido está el origen de nicotina), a Francia y la cultivó hacia 1560; el navegante Francis Drake la introdujo en Inglaterra en 1585, y en el siglo XVII se extendió por el resto de Europa, Rusia, China y Japón.
La palabra tabaco aparece por primera vez en 1535, en el Diálogo de la lengua, de Juan de Valdés. Se ha dicho que es originaria del idioma de los primitivos habitantes de Haití, de la voz tobago, término con el que los indígenas caribeños denominaban a una especie de pipa o caña alargada que utilizaban para fumar, pero Corominas señaló que las palabras de origen árabe tabacco y atabaca se empleaban en España y en Italia mucho antes del Descubrimiento, por lo menos desde 1410, como nombre de diversas hierbas de efecto somnífero. Además, como los indígenas antillanos usaban el tabaco para marearse, resulta más verosímil que los conquistadores españoles hayan dado este nombre al producto, fabricado hoy con hojas de las plantas solanáceas Nicotiana tabacum y Nicotiana rustica.
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