La ironía es hoy una figura retórica que implica afirmar lo opuesto de lo que se piensa, como en este texto del escritor Fernando Báez:
El impacto que produjeron las quemas de mayo 1933 fue enorme. Sigmund Freud, cuyos libros fueron seleccionados para ser destruidos, dijo irónicamente a un periodista que, a pesar de lo que pudiera comentarse, semejante hoguera era un avance en la historia humana: "En la Edad Media ellos me habrían quemado. Ahora se contentan con quemar mis libros".
Para Sócrates, en cambio, la eironéia era un método de raciocinio que consistía en simular ignorancia y aceptar las proposiciones del interlocutor para demostrarle enseguida, mediante el diálogo, su inconsistencia. En tiempos de este filósofo, se decía que la ironía tenía seis grados, desde la klenasmós (una ironía leve y no demasiado agresiva) hasta el sarkasmós (el grado más cruel de ironía), pues parece desgarrar la propia carne sarkosdel interlocutor (Ver también sarcasmo).
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