En nuestra lengua, abogado es no solo el profesional del derecho, sino también aquel que aboga por alguien, en el sentido de "interceder por él". Esta palabra proviene del participio pasivo del verbo latino advocare, compuesto por ad- y el verbo vocare, con la denotación 'llamar a alguien en auxilio o para representar a alguien ante un juez', pero también se empleaba para significar 'declarar', 'debatir'.
Terencio escribió: Aliquos mihi amicos advocabo 'Llamaré a algunos amigos en mi auxilio'.
El verbo se empezó a usar en español en el siglo XIII como advocar. El participio pasado advocatus dio lugar en nuestra lengua a abogado.
Cabe hacer notar que, como ocurre en muchos casos, la palabra portuguesa equivalente ‐advogado– se mantuvo más cercana al latín.
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