Artificio para atraer a alguien mediante engaño, como en este ejemplo de José María del Val, en su novela Llegará tarde a Hendaya (1981, Corde):
―¡Un pacto...! Una añagaza urdida de la noche a la mañana, dos días antes de empezar a devorar Polonia. ¿Pero cómo puede fiarse Hitler de un tipo como Stalin?
En el Vocabulario de Palencia (1490) aparece definida como ‘acto de hacer acoplar sexualmente a los animales’, aunque no hallamos ningún otro caso con ese significado.
Originalmente significó ‘señuelo para atrapar aves’, vocablo vinculado con el árabe naqqâza, aunque Corominas (1980) admite no saber si el vocablo español vino del árabe, o si fue del romance al árabe, puesto que es palabra rara en esa lengua y solo ha sido documentada en España. Sin embargo, prosigue el etimólogo catalán, puede estar vinculado con el catalán antiguo enagar o anagar ‘incitar’, ‘animar’, de donde sería fácil pasar al significado actual de añagaza.
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