En el lenguaje de hoy, llamamos ambrosía a cualquier manjar de gusto suave y delicado. Según en diccionario de la Academia española, se da también ese nombre a ‘cualquier cosa que deleite el espíritu’ y, originariamente, al manjar o alimento de los dioses de la mitología grecorromana.
El narrador cubano Guillermo Cabrera Infante decía en su novela La Habana para un infante difunto (1986): Los demás nos comimos esa corriente comida cubana, hecha por el hambre ambrosía y no mero milagro.
Actualmente existen postres hechos con frutas, cremas y alguna bebida alcohólica que son llamados ambrosía, los cuales, a pesar de ser realmente deliciosos, no son iguales a la de los antiguos ni confieren poderes mágicos a nadie.
En la mitología griega, la ambrosía era el manjar que alimentaba los dioses y que tornaba inmortales a quienes lo comían. Su nombre viene del griego ἄμβροτος (ámbrotos) ‘inmortal’, compuesto del prefijo privativo α- y el adjetivo βροτός (brotós) ‘mortal’
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