La amatista, también conocida como cuarzo violeta o cuarzo lila, es la variedad más apreciada de ese cristal. Las piedras más perfectas se tallan para joyería, y el resto se utiliza en la confección de objetos de arte.
Es, junto con el diamante, el rubí, el zafiro y la esmeralda, una de las piedras preciosas más apreciadas, al punto que algunas amatistas ornan la corona británica. La intensidad de su color violeta varía según la cantidad de hierro que contenga. Como es muy sensible al calor, al ser sometida a altas temperaturas adopta un color amarillo (a 450 oC) o anaranjado fuerte (a 500 oC).
Los griegos la consideradaban un remedio contra la embriaguez, tal vez debido a su color vino; de ahí, su nombre amethystós 'sobrio, no embriagado', derivado de methein 'estar borracho'.
Según un antiguo mito helénico, Dionisio (el dios del vino y de los viñedos, también conocido como Bakkhos, asimilado como Bacchus por los latinos, Baco en español) se había enamorado de una ninfa, por lo que Diana, celosa, convirtió a la bella joven en un cristal. El amante, transido de dolor, derramó sus lágrimas sobre la piedra, que hicieron que adquiriera su color característico.
Otro mito narra que Rhea le regaló la amatista a Dionisio para librarlo de la locura temporaria del vino. (V. bacanal). Debido a esa tonalidad, que con frecuencia se acerca al púrpura de los hábitos episcopales, la amatista se conoce en francés (améthyste) como "piedra de obispo".
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